jueves, 11 de junio de 2009

Instrucciones para tomar el té

Preparar la infusión denominada actualmente es una técnica sencilla desde que ha sido reducida a los saquitos, por lo cual solo es necesario saber hacer fuego o contar con una hornalla y gas para calentar agua, que según su calidad obtendremos distintas variedades en el sabor, y por supuesto tener acceso a un recipiente. La camellia sinensis o camellia viridis es el ingrediente principal de la bebida que en oriente es protagonista de ceremonias centrales de la cultura, mientras que en occidente su mayor exponente es la costumbre inglesa del té de las cinco, por lo demás la tarea ha sido simplificada, mucho más aún si de tomar el té se trata. Una vez que el té esta servido es fundamental la decisión acerca de cuánto tiempo dejar el inquilino en la taza, para que el agua y el té contenido en el saquito se conozcan. Una vez que entran en contacto el momento es único y fugaz: el té reacciona como herido en el mar, su sangre se desparrama rápidamente en el medio líquido. El primer impacto es el fundamental, luego su propagación se realiza en forma pareja, salvo que se recurra al utensillo denominado cucharita que puede prensar el saquito, enrollado el hilo y apretando para que deje su último aliento en el habitáculo redondo.

De todos los modos de proceder no hay como resultado un mal té porque si se procede a retirar tempranamente el saquito obtendremos un sabor sutil, delicado y ligero, y en el otro extremo encontraremos un té fuerte de sabor pleno, visualmente brillante y una corporeidad espesa. Después de todo lo más importante es que se mantenga caliente y poder aprovechar el tiempo que se conserva así para disfrutarlo con la mayor cantidad de los sentidos, como la vista, el olfato, el gusto, el tacto y si así lo quisiera presionar el oído contra la taza hasta escuchar el propio latido. Todo se pone en juego al tomar entre las manos la taza caliente y pasar el rostro por encima para olerlo y sentir el té evaporándose en la cara mientras se cierran los ojos y el té nos entra por los poros a la vez que lo respiramos. Todo confluye hasta que determinamos el tiempo necesario de entibiamiento, el momento justo en la curva antes de que se empiece a enfriar, dado que no nos incumbe ahora el te helado que solo podemos tomar por la boca. El tiempo lo pasamos junto a la taza, mirando como los dedos recorren las curvaturas de porcelana tibia mientras entran y salen del asa. Finalmente cuando el momento ha llegado con la mano que nos da mayor agilidad tomamos la taza y levantamos levemente el codo, quedando el brazo en dirección oblicua a la mesa y el antebrazo en forma perpendicular. Por último exhalamos un último respiro, forjamos con los labios una pequeña entrada y por medio de un suave movimiento ascendente de la mano dejamos que el líquido fluya al interior.

María Belén Rosbier

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